A 130 kilómetros de Cuzco, la Ciudad Perdida de los incas se alza entre barrancos en mitad de un paraje inaccesible de los Andes peruanos. La perfección de sus construcciones, su conservación y su escenario natural, encajonado en la cresta de un cerro sobre el valle del río Urubamba, hacen de este yacimiento uno de los tesoros arqueológicos más valiosos del mundo y, desde luego, uno de los más místicos.
La inspiradora belleza de este mausoleo de mármoles y cúpulas nació como el homenaje de un desconsolado emperador a su esposa fallecida. Casi cinco siglos después de alzarse el Taj Mahal, en la India, sigue siendo un símbolo del amor que atrae a miles de visitantes cada día.
Vigilante sobre la cima del monte Corcovado,a 709 metros de altitud, el que es el gran emblema brasileño observa con los brazos abiertos una de las panorámicas más impresionantes de la bahía de Guanabara.